Con tan sólo 16 años, Puskas ya era titular en el Honved, el equipo que maravillaba al continente y que era invitado sólo para verles jugar. No era una marca al agua, como en tantas otras camisetas de fútbol, sino que directamente estaba impresa en una tonalidad oscura sobre fondo verde. El atacante del Inter le ganó la espalda a Varane y llegó a tocar con la puntera, pero no pudo domarlo antes de que se perdiera por línea de fondo.